Un concierto muy personal. Un auditorio con un lleno hasta la bandera. Julio Iglesias llegó, cantó y arrasó en un Starlite Festival que no sería lo mismo sin el gran cantante español, seduciendo a todos con sus canciones, pero también con su forma de ser y de entender la vida. Fue una noche maravillosa para los afortunados que pudieron conseguir una entrada, porque desde hace un mes no había ni una sola localidad libre. Julio es el único artista del festival de Marbella que ha cantado en todas sus ediciones y que en todas ha conseguido poner el cartel de 'localidades agotadas'. Un fenómeno. Sólo eso, ni más ni menos.

 

La expectación era enorme. Llegaba Julio Iglesias, el único que ha conseguido en todas sus apariciones en la Cantera de Nagüeles agotar las entradas. Desde dos horas antes ya había colas de coches y de personas en las inmediaciones del Auditorio de Marbella, que lucía como pocas veces. Todo un mundo de personalidades para ver al más grande, al mejor artista latino de la historia, al único cantante vivo que ha conseguido vender casi 400 millones de discos, y que a sus 70 años sigue recorriendo el mundo y despertando pasiones, porque eso es lo que hace Julio Iglesias, todo un mito, una leyenda viva. Un gran hombre y un excepcional artista.

 

Julio no desaprovechó la ocasión para reivindicar su categoría. Y lo hizo como los grandes: con sus canciones. Con su dominio del escenario, con su complicidad con el público, un público entregado y 'suyo' que disfrutó de principio a fin en un concierto que tuvo mucho de íntimo y que duró dos horas, con las canciones que han hecho grande a su autor, como 'Amor, amor', 'La gota fría', 'Un canto a Galicia', 'Manuela', 'Quijote', 'Crazy', 'Manuela', 'De niña a mujer', entre otras de los 30 temas que interpretó ente el delirio y el gozo de su público, más suyo que nunca, porque en el escenario estaba Julio Iglesias, el más grande artista latino de la historia.

 

Llenó Nagüeles, triunfó como siempre, y demostró que el Starlite Festival no sería lo mismo, ni por asomo, sin su mágica presencia. Entre el público, felices, Miranda y sus hijos. Su ahijado. Su hermano. Su familia. Su gente. Otra noche para el recuerdo.