Julio Iglesias: un romántico de tres generaciones | |||||
23 de Abril de 2012 |
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Por: Alejandra Navarría, diario Los Andes | |||||
Julio Iglesias se presentó ante 1.500 personas en Arena Maipú (Mendoza), Argentina. Volvió a enamorar a sus seguidoras.
Sobre el escenario se muestra entusiasmado, conversa con la gente, recuerda historias, reflexiona sobre la vida. Alienta a los aplausos y canta. Se mueve más lento, sí, pero desborda pasión y amor por lo que hace.
Dos pantallas gigantes a los costados del escenario, un telón LED y un grupo de músicos integrado por percusión, batería, teclados y guitarras, además de 3 coristas y una pareja de bailarines de tango, dan vida al show. Ellos provienen de EEUU, Cuba, España, Venezuela, Bulgaria y Argentina.
El público, -compuesto por unas 1500 personas entre mujeres y hombres-, estalla cuando ve a Julio Iglesias entrar al escenario. Y apenas intenta saludar, una de las tantas voces (que se repetirán a lo largo del concierto) grita ¡Julio te amo!, a la que Iglesias contesta ¡Y yo a ti mi amor! Con 68 años, el magnetismo del solista sigue intacto para muchos.
A partir de allí y por algo más de una hora y media, el intercambio que se dio en el Stadium Arena Maipú entre Julio Iglesias y la gente fue permanente. Arrancó diciendo "tantos años Mendoza, cómo me han dejado abandonado 34 años y qué bonito cantaba yo hace 20 años". Recordó su primera vez en Argentina y comentó que desde que pisó nuestro suelo se enamoró de su gente, hecho que lo llevó a recorrerla de Norte a Sur, desde Este a Oeste. Haciendo gala de canciones cuyas versiones lo llevaron cantar alrededor del mundo entero, el español interpretó en castellano, inglés, francés e italiano.
Su primera canción fue "Quijote", a la que le siguió "Natalie", en una versión renovada. Entre la ovación del público, el momento intimista con que arrancó subió de tono cuando interpretó "La gota fría", donde al ritmo del vallenato, tres esbeltas coristas (vestidas de negro, en un atuendo corto y ajustado), irrumpieron en escena alentando al público a moverse, con sus sensuales meneos. Julio las mira, se persigna ante el cuerpo de una de ellas y le piropea las piernas.
El tango, el vino, la tierra mendocina y su montaña fueron parte de los temas a los que Iglesias hizo alusión. Al interpretar "A media luz", una pareja argentina de bailarines bailó el tango: Hernán y Soledad, que desde hace 2 años acompañan a Iglesias en sus shows por el mundo. "Yo amo el vino, tomo agua para hincharme de vino luego del concierto", afirmó el cantante, "y así como cuando se cruzan los vinos cabernet, malbec y merlot y salen caldos excepcionales, esos ´90 mendocinos que me encantan, mi padre y mi madre se mezclaron y yo soy su vino, ¿saben lo que es beberse un vino de 68 años?" bromeó.
Y en honor a su padre, al que recordó y enalteció, cantó una canción compuesta para él "Un canto a Galicia". Allí, cambiando la letra original de la canción, dijo "tenho morrinha, tenho saudade, porque estoy lejos de mis hogares". El cantante ha hecho saber en cada oportunidad que ha tenido, lo importante que es hoy su familia y su deseo de tenerla cerca.
Más tarde le siguieron grandes éxitos como "Me olvidé de vivir", "Crazy", "Manuela", "De niña a mujer", "El amor" y "My sweet Lord".
Iglesias aludió al conflicto actual entre España y Argentina, y dijo que "las historias de amor duran por años y están por encima de políticas y circunstancias. Mi historia con ustedes, que ha sido transmitida por abuelos, hijos y nietos nunca pasa, se queda de verdad para la eternidad. Por eso estoy cantando para el pueblo argentino", a lo que el público respondió estallando en aplausos. Fuera de libreto y ante la sorpresa de sus músicos, coreó a capela, la clásica cueca chilena - cuyana, apelando a la ayuda de los mendocinos, "Cuando pa´Chile me voy, cruzando la cordillera..." que por instantes dejó en un silencio absoluto a los espectadores, que encantados escucharon solamente la voz del cantor.
"Voy a cantar hasta que ustedes me echen de escenario", dijo Julio, y así siguió con "Grande grande", "Caruso" (en honor a Luciano Pavarotti), "La cumparsita", "La carretera", "Abrázame", "Hey" y "Me va". Dio las gracias a Mendoza por esperarlo y luego de despedirse volvió a escena para cantar "La vida sigue igual" y "A mi manera", tema con el que se despidió.
"El tiempo pasa rápido en mi vida. Los artistas sobrevivimos por ustedes. Cuando tenemos dolor, nos quitan el dolor; cuando nos aplauden nos hacen jóvenes". Y así fue: Julio, el eterno, Julio Iglesias con su entrega, hizo volver el tiempo atrás, permitió soñar y dejó claro en Mendoza, que es un genial y romántico sobreviviente, nexo indiscutible de tres generaciones. |
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Julio Iglesias, el artista hispano más vendido de la historia (300 millones de copias) | |||||
3 de Julio de 2012 |
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Por: Ima Sanchís, La Vanguardia | |||||
Feliz y cercano, le gusta bromear con las cosas serias de la vida. Lo hace desde la terraza del Kempinski, en Praga. Más de 500 conciertos y 2.600 discos de platino y oro no le impiden aferrarse a lo bueno: "Los premios son literatura. Lo que estimula mi vida es organizarme las giras a mi gusto. Ser libre". Sus cinco hijos pequeños le acompañan, están escolarizados en casa. "Hoy tengo una vida familiar fuerte y bella". Cada treinta segundos suena una canción suya en cualquier rincón del planeta. "Lo bueno del éxito -dice- es tenerlo, y lo malo, perderlo". Más allá de la leyenda le define la voluntad: "He controlado mi mente a través de mi cuerpo: disciplina". El 4 y el 26 de julio actuará en el Liceu de Barcelona. ¿Habrá otra vida? ¡Ojalá! A mí lo que me da mucha pena es que sea tan corta, así que procuro alargarla. ¿Y cómo lo hace? A base de disciplina: me cuido. La gente que cumple años es la que se abandona. Si pudiera, ¿qué errores corregiría? Me aproveché poco de mis padres, tenía que haber sido más generoso con ellos. De jóvenes somos despiadados: llamadas cortas, espaciadas, poca comunicación..., ahora ya es tarde. ¿Qué ha sido lo importante? Mi gran compromiso arranca cuando tuve el accidente de coche, a los 20 años. Cuando uno comienza a volar, me pasé un año postrado y tres de recuperación. Tuve una paraplejia absoluta, estuve sometido a sondaje durante cuatro o cinco meses en una época en la que los tubos eran casi de cobre. ¿Qué recuerda? Estaba boca abajo, no podía hablar, así que preguntaba a mis padres a través de los ojos si me iba a morir. Como sus ojos estaban llenos de angustia, pensaba que era el fin. ¿Qué aprendió? Tuve que aprender de nuevo todos los movimientos, ser consciente de las órdenes que daba mi cerebro al dedo gordo del pie, así que aprendí a ejercitar la voluntad y la disciplina hasta el límite. Creo que eso es la vida. ¿Se levantó de esa cama siendo una persona nueva? La vida se convirtió en un premio, ya no era gratis; y también la suerte llamó a mi puerta. Hay gente que nace para ajedrecista pero nunca se ha puesto ante un tablero. ¿Las circunstancias mandan? Sí, a mí la vida me dio la posibilidad de ser un cantante malo, pero cantante. Un anestesista amigo de mi padre me regaló una vieja guitarra y me entretenía aprendiendo a tocar y componiendo canciones muy sencillas que cantaba a mis padres, a los que les parecían maravillosas, y yo me lo creía. Eso tiene más delito. Me fui a Londres a quitarme los complejos. Durante años estuve acomplejado, no me gustaba que me vieran caminando con dos bastones; y seguí tocando en los pubs como divertimento. Mi única preocupación entonces era recuperarme de la angustia. Pues pasó de la angustia al éxito. Nunca canté para triunfar, pero un día me escuché en la radio y me puse a buscar otras emisoras para ver si también sonaba. Vanidad de vanidades. El éxito es un regalo de la vida inmenso; hay gente que dice que le gustaría poder pasar desapercibida, pero al tercer día de anonimato ya no le gusta tanto la idea. A mí los focos me han dado muchas oportunidades. Ahora estoy aquí, sentado viendo las bellísimas torres de Praga, mañana en Budapest... ¿No es agotador? Es agitador, hace que la sangre circule desde el corazón a cualquier parte de tu cuerpo a una velocidad diferente. Yo lo que quiero es que me dejen cantar hasta la muerte. ¿Qué ha sido lo difícil? Andar, porque tengo afectado el equilibrio. Para poner el pie en la vida cada mañana debo pensar en no caerme. Y después convertirme primero en cantante y luego en artista. Y convencer a tanta gente. ¿Es falsa modestia? Voluntad, perseverancia y disciplina me han traído hasta aquí, pero no lo escogí, nadie escoge nada en la vida. ¿Qué ha entendido del ser humano? Todos lloramos igual, reímos igual, sentimos igual, nos morimos igual, pero por desgracia unos con muchos privilegios y otros sin ninguno. Nacer es lo más bello que existe y también lo más injusto. Depende de dónde te toque, entiendo. Tengo casi 70 años, he bebido vinos muy añejos y he tenido conversaciones muy largas, pero he sido muy dado a la superficialidad. Sobrevivir a tantas tonterías dichas tiene mucho mérito. ¿A qué teme? A la muerte, y como no puedo comprar tiempo lo que hago es ganarlo con reflexiones más intensas, con miradas más generosas, sin juzgar nunca más, diciendo más síes que noes, sacudiéndome antiguos radicalismos, entendiendo más a los otros y comunicando más con menos. Eso ha sido profundo. Mi gran teoría es que uno nace sin destino pero con una circunstancia, lo que hagas de ella es cosa tuya; hay quien con lo mínimo llega al máximo, y quien con todos los recursos llega al mínimo. ¿Qué le ha decepcionado? Nada, sería injusto que habiendo ganado batallas como la de volver a nacer estuviera decepcionado; pero hay millones que sí tienen derecho a estarlo y a protestar. ¿Qué hace por los demás? He colaborado 21 años con Unicef, he recorrido campamentos de refugiados por medio mundo, en un coche, con aire acondicionado, viendo niños desnutridos, y he querido parar pero no ha podido ser. Luego, al cabo de cuatro días, empiezas a despreocuparte. Me sorprende su sinceridad. Si tuviéramos todos mayor conciencia, no nos gastaríamos el dinero en porquerías, sino en alimentar al que se muere de hambre. ¿Cómo se conquista a una mujer? Aprendiendo de ella. Pues ha aprendido usted un montón. Yo no he estado con muchas mujeres, sino que he tenido muchos amores.
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