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Julio Iglesias intima con un público entregado en el Palau de les Arts
9 de Julio de 2012
Por: Mónica Collado, EFE
 

Julio Iglesias ha cambiado los espacios abiertos y multitudinarios en los que siempre actuaba en Valencia por un recinto como el Palau de les Arts, cerrado, más íntimo y de inmejorable acústica, para intimar con un público valenciano entregado que ha evocado junto al artista sus grandes éxitos.

Pasaban unos minutos de las 21.00 horas y Julio ha aparecido en el escenario para emocionar con sus "bona nit" (buenas noches en valenciano) y los primeros sones de "Amor, amor, amor" a un público entregado incluso antes de empezar la actuación.

Vestido con traje chaqueta oscuro, chaleco, camisa blanca y corbata y acompañado de sus propios músicos y coros, Julio Iglesias ha deleitado a los asistentes con un concierto emotivo, romántico y en el que ha evocado sus temas más inolvidables.
No le ha faltado la colaboración del público para cantar temas tan míticos como "Manuela", "Hey!" o "La vida sigue igual" y ha llegado al alma de los asistentes con la canción que escribió para su padre "Un canto a Galicia" o la que dedicó a su hija Chábeli "De niña a mujer".

Ha cantado en inglés a dúo con una de sus chicas del coro, en francés "Ne me quitte pas" de Jacques Brel, ha homenajeado a Enrique Caruso en italiano y ha interpretado en español "A mi manera" de Frank Sinatra.

La nota anecdótica fue el "molesto" pinganillo que se le caía, la nota sentimental la puso al cantar "orgulloso" varias canciones con una camiseta de la selección española en la mano y la nota simpática la dio al piropear a sus chicas del coro.
No falto una nota picante de la mano de una pareja de bailarines argentinos que, mientras él cantaba "A media luz", bailaron un tango "peligroso", según Julio, por su "expresión corporal y musical tan sensual".

"Nathalie", "Abrázame" o "Me va, me va" emocionaron y despertaron los aplausos del público tanto como el recuerdo que tuvo para "la gentes que sufren tanto hoy en día" y para "las víctimas" que han perdido sus casas y el fallecido por los incendios en Valencia.
Móviles en mano y actuando de improvisados coros de muchos de los temas del artista, sus incondicionales no se perdieran ningún detalle de este espectáculo musical inédito en un auditorio consagrado a la lírica y la ópera.

"A mi manera" puso el colofón a dos horas en las que el artista español más internacional conversó tanto como cantó, en el que desapareció hasta tres veces del escenario para volver y en el que fue despedido de pie mientras daba las "gracias" a una ciudad que le trae muchos recuerdos de juventud y se ha convertido en "cosmopolita" y "universal".

El empresario Juan Roig, el actor y humorista Fernando Esteso y el cantante Manu Tenorio estuvieron entre los asistentes a un concierto al que también asistieron algunos políticos locales.

La gira de conciertos de este verano por España para presentar el último recopilatorio de sus grandes éxitos "Julio Iglesias 1", que salió a la venta el pasado noviembre en 75 países, se inició en Barcelona y tras Valencia, seguirá en Bilbao (19 de julio), Barcelona (26), León (28), Los Alcázares (4 de agosto),  Las Palmas (8), y Marbella (12).

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Feliz y cercano, le gusta bromear con las cosas serias de la vida. Lo hace desde la terraza del Kempinski, en Praga. Más de 500 conciertos y 2.600 discos de platino y oro no le impiden aferrarse a lo bueno: "Los premios son literatura. Lo que estimula mi vida es organizarme las giras a mi gusto. Ser libre". Sus cinco hijos pequeños le acompañan, están escolarizados en casa. "Hoy tengo una vida familiar fuerte y bella". Cada treinta segundos suena una canción suya en cualquier rincón del planeta. "Lo bueno del éxito -dice- es tenerlo, y lo malo, perderlo". Más allá de la leyenda le define la voluntad: "He controlado mi mente a través de mi cuerpo: disciplina". El 4 y el 26 de julio actuará en el Liceu de Barcelona.

¿Habrá otra vida?
¡Ojalá! A mí lo que me da mucha pena es que sea tan corta, así que procuro alargarla.

¿Y cómo lo hace?
A base de disciplina: me cuido. La gente que cumple años es la que se abandona.

Si pudiera, ¿qué errores corregiría?
Me aproveché poco de mis padres, tenía que haber sido más generoso con ellos. De jóvenes somos despiadados: llamadas cortas, espaciadas, poca comunicación..., ahora ya es tarde.

¿Qué ha sido lo importante?
Mi gran compromiso arranca cuando tuve el accidente de coche, a los 20 años. Cuando uno comienza a volar, me pasé un año postrado y tres de recuperación. Tuve una paraplejia absoluta, estuve sometido a sondaje durante cuatro o cinco meses en una época en la que los tubos eran casi de cobre.

¿Qué recuerda?
Estaba boca abajo, no podía hablar, así que preguntaba a mis padres a través de los ojos si me iba a morir. Como sus ojos estaban llenos de angustia, pensaba que era el fin.

¿Qué aprendió?
Tuve que aprender de nuevo todos los movimientos, ser consciente de las órdenes que daba mi cerebro al dedo gordo del pie, así que aprendí a ejercitar la voluntad y la disciplina hasta el límite. Creo que eso es la vida.

¿Se levantó de esa cama siendo una persona nueva?
La vida se convirtió en un premio, ya no era gratis; y también la suerte llamó a mi puerta. Hay gente que nace para ajedrecista pero nunca se ha puesto ante un tablero.

¿Las circunstancias mandan?
Sí, a mí la vida me dio la posibilidad de ser un cantante malo, pero cantante. Un anestesista amigo de mi padre me regaló una vieja guitarra y me entretenía aprendiendo a tocar y componiendo canciones muy sencillas que cantaba a mis padres, a los que les parecían maravillosas, y yo me lo creía.

Eso tiene más delito.
Me fui a Londres a quitarme los complejos. Durante años estuve acomplejado, no me gustaba que me vieran caminando con dos bastones; y seguí tocando en los pubs como divertimento. Mi única preocupación entonces era recuperarme de la angustia.

Pues pasó de la angustia al éxito.
Nunca canté para triunfar, pero un día me escuché en la radio y me puse a buscar otras emisoras para ver si también sonaba.

Vanidad de vanidades.
El éxito es un regalo de la vida inmenso; hay gente que dice que le gustaría poder pasar desapercibida, pero al tercer día de anonimato ya no le gusta tanto la idea. A mí los focos me han dado muchas oportunidades. Ahora estoy aquí, sentado viendo las bellísimas torres de Praga, mañana en Budapest...

¿No es agotador?
Es agitador, hace que la sangre circule desde el corazón a cualquier parte de tu cuerpo a una velocidad diferente. Yo lo que quiero es que me dejen cantar hasta la muerte.

¿Qué ha sido lo difícil?
Andar, porque tengo afectado el equilibrio. Para poner el pie en la vida cada mañana debo pensar en no caerme. Y después convertirme primero en cantante y luego en artista. Y convencer a tanta gente.

¿Es falsa modestia?
Voluntad, perseverancia y disciplina me han traído hasta aquí, pero no lo escogí, nadie escoge nada en la vida.

¿Qué ha entendido del ser humano?
Todos lloramos igual, reímos igual, sentimos igual, nos morimos igual, pero por desgracia unos con muchos privilegios y otros sin ninguno. Nacer es lo más bello que existe y también lo más injusto.

Depende de dónde te toque, entiendo.
Tengo casi 70 años, he bebido vinos muy añejos y he tenido conversaciones muy largas, pero he sido muy dado a la superficialidad. Sobrevivir a tantas tonterías dichas tiene mucho mérito.

¿A qué teme?
A la muerte, y como no puedo comprar tiempo lo que hago es ganarlo con reflexiones más intensas, con miradas más generosas, sin juzgar nunca más, diciendo más síes que noes, sacudiéndome antiguos radicalismos, entendiendo más a los otros y comunicando más con menos.

Eso ha sido profundo.
Mi gran teoría es que uno nace sin destino pero con una circunstancia, lo que hagas de ella es cosa tuya; hay quien con lo mínimo llega al máximo, y quien con todos los recursos llega al mínimo.

¿Qué le ha decepcionado?
Nada, sería injusto que habiendo ganado batallas como la de volver a nacer estuviera decepcionado; pero hay millones que sí tienen derecho a estarlo y a protestar.

¿Qué hace por los demás?
He colaborado 21 años con Unicef, he recorrido campamentos de refugiados por medio mundo, en un coche, con aire acondicionado, viendo niños desnutridos, y he querido parar pero no ha podido ser. Luego, al cabo de cuatro días, empiezas a despreocuparte.

Me sorprende su sinceridad.
Si tuviéramos todos mayor conciencia, no nos gastaríamos el dinero en porquerías, sino en alimentar al que se muere de hambre.

¿Cómo se conquista a una mujer?
Aprendiendo de ella.

Pues ha aprendido usted un montón.

Yo no he estado con muchas mujeres, sino que he tenido muchos amores.
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