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Julio Iglesias: «¡Galicia, de maravilla!»
1 de Agosto de 2012
Por: S. Luaña / R. Fontoira, La Voz de Galicia
 
Julio Iglesias se desempolvó ayer la morriña galaica con una sabrosa cena en O Grove, donde pudo hacer honor a su condición de cabaleiro do albariño que le obliga a defender los caldos de las Rías Baixas allá por donde vaya. Y como los echaba de menos, nada más aterrizar en A Toxa se fue al restaurante D'Berto, una referencia en mariscos y pescados, del brazo de su buen amigo el periodista Fernando Ónega, donde pudo degustar los productos de la tierra regados con el vino al que le prometió fidelidad hace dos décadas, cuando el Gran Mestre Manuel Fraga lo nombró cabaleiro de la orden del Capítulo Serenísimo.

Pasadas las nueve de la noche llegó a D'Berto y saludó a diestro y siniestro con una generosa sonrisa y los brazos abiertos. Cuando se le preguntó qué tal encontraba la tierra por la que tiene tanta morriña y tanta saudade, dijo: «¡Galicia, de maravilla!». Tras un efusivo abrazo con Ónega, a quien llevaba un año sin ver, entró en el comedor para compartir mesa con el periodista y con el empresario Fernández Tapias y su mujer. Ónega dijo que lo había encontrado «joven, con buen color y elegante». De entrada, Berto Domínguez, el anfitrión, les propuso unas quisquillas y un poco de empanada. «Despois non sei o que virá», admitió Ónega mientras Julio Iglesias hablaba, cómo no, de vinos.

El cantante latino siempre quiso actuar en Cambados. Por eso cuando la organización lo llamó para la sesenta edición de la Festa do Albariño, dijo que sí al momento. Y así, esta noche, el Canto a Galicia sonará sobre las centenarias piedras de la plaza de Fefiñáns, si el tiempo lo permite.

Y a pesar de que el concierto es de pago, había ganas de Julio. Se vendieron unas cinco mil entradas, y a última hora hubo que añadir más sillas porque, aunque eran las más caras, sus fans querían escucharlo sentados.

El alcalde de Cambados, Luis Aragunde, tenía ayer la esperanza de poderse tomar un vino con el cantante hoy al mediodía, en la inauguración de la fiesta en el Paseo da Calzada. Pero la hora bruja será a las diez de la noche, siempre que la lluvia no tenga entrada.
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Julio Iglesias, el artista hispano más vendido de la historia (300 millones de copias)
3 de Julio de 2012
Por: Ima Sanchís, La Vanguardia
 
Feliz y cercano, le gusta bromear con las cosas serias de la vida. Lo hace desde la terraza del Kempinski, en Praga. Más de 500 conciertos y 2.600 discos de platino y oro no le impiden aferrarse a lo bueno: "Los premios son literatura. Lo que estimula mi vida es organizarme las giras a mi gusto. Ser libre". Sus cinco hijos pequeños le acompañan, están escolarizados en casa. "Hoy tengo una vida familiar fuerte y bella". Cada treinta segundos suena una canción suya en cualquier rincón del planeta. "Lo bueno del éxito -dice- es tenerlo, y lo malo, perderlo". Más allá de la leyenda le define la voluntad: "He controlado mi mente a través de mi cuerpo: disciplina". El 4 y el 26 de julio actuará en el Liceu de Barcelona.

¿Habrá otra vida?
¡Ojalá! A mí lo que me da mucha pena es que sea tan corta, así que procuro alargarla.

¿Y cómo lo hace?
A base de disciplina: me cuido. La gente que cumple años es la que se abandona.

Si pudiera, ¿qué errores corregiría?
Me aproveché poco de mis padres, tenía que haber sido más generoso con ellos. De jóvenes somos despiadados: llamadas cortas, espaciadas, poca comunicación..., ahora ya es tarde.

¿Qué ha sido lo importante?
Mi gran compromiso arranca cuando tuve el accidente de coche, a los 20 años. Cuando uno comienza a volar, me pasé un año postrado y tres de recuperación. Tuve una paraplejia absoluta, estuve sometido a sondaje durante cuatro o cinco meses en una época en la que los tubos eran casi de cobre.

¿Qué recuerda?
Estaba boca abajo, no podía hablar, así que preguntaba a mis padres a través de los ojos si me iba a morir. Como sus ojos estaban llenos de angustia, pensaba que era el fin.

¿Qué aprendió?
Tuve que aprender de nuevo todos los movimientos, ser consciente de las órdenes que daba mi cerebro al dedo gordo del pie, así que aprendí a ejercitar la voluntad y la disciplina hasta el límite. Creo que eso es la vida.

¿Se levantó de esa cama siendo una persona nueva?
La vida se convirtió en un premio, ya no era gratis; y también la suerte llamó a mi puerta. Hay gente que nace para ajedrecista pero nunca se ha puesto ante un tablero.

¿Las circunstancias mandan?
Sí, a mí la vida me dio la posibilidad de ser un cantante malo, pero cantante. Un anestesista amigo de mi padre me regaló una vieja guitarra y me entretenía aprendiendo a tocar y componiendo canciones muy sencillas que cantaba a mis padres, a los que les parecían maravillosas, y yo me lo creía.

Eso tiene más delito.
Me fui a Londres a quitarme los complejos. Durante años estuve acomplejado, no me gustaba que me vieran caminando con dos bastones; y seguí tocando en los pubs como divertimento. Mi única preocupación entonces era recuperarme de la angustia.

Pues pasó de la angustia al éxito.
Nunca canté para triunfar, pero un día me escuché en la radio y me puse a buscar otras emisoras para ver si también sonaba.

Vanidad de vanidades.
El éxito es un regalo de la vida inmenso; hay gente que dice que le gustaría poder pasar desapercibida, pero al tercer día de anonimato ya no le gusta tanto la idea. A mí los focos me han dado muchas oportunidades. Ahora estoy aquí, sentado viendo las bellísimas torres de Praga, mañana en Budapest...

¿No es agotador?
Es agitador, hace que la sangre circule desde el corazón a cualquier parte de tu cuerpo a una velocidad diferente. Yo lo que quiero es que me dejen cantar hasta la muerte.

¿Qué ha sido lo difícil?
Andar, porque tengo afectado el equilibrio. Para poner el pie en la vida cada mañana debo pensar en no caerme. Y después convertirme primero en cantante y luego en artista. Y convencer a tanta gente.

¿Es falsa modestia?
Voluntad, perseverancia y disciplina me han traído hasta aquí, pero no lo escogí, nadie escoge nada en la vida.

¿Qué ha entendido del ser humano?
Todos lloramos igual, reímos igual, sentimos igual, nos morimos igual, pero por desgracia unos con muchos privilegios y otros sin ninguno. Nacer es lo más bello que existe y también lo más injusto.

Depende de dónde te toque, entiendo.
Tengo casi 70 años, he bebido vinos muy añejos y he tenido conversaciones muy largas, pero he sido muy dado a la superficialidad. Sobrevivir a tantas tonterías dichas tiene mucho mérito.

¿A qué teme?
A la muerte, y como no puedo comprar tiempo lo que hago es ganarlo con reflexiones más intensas, con miradas más generosas, sin juzgar nunca más, diciendo más síes que noes, sacudiéndome antiguos radicalismos, entendiendo más a los otros y comunicando más con menos.

Eso ha sido profundo.
Mi gran teoría es que uno nace sin destino pero con una circunstancia, lo que hagas de ella es cosa tuya; hay quien con lo mínimo llega al máximo, y quien con todos los recursos llega al mínimo.

¿Qué le ha decepcionado?
Nada, sería injusto que habiendo ganado batallas como la de volver a nacer estuviera decepcionado; pero hay millones que sí tienen derecho a estarlo y a protestar.

¿Qué hace por los demás?
He colaborado 21 años con Unicef, he recorrido campamentos de refugiados por medio mundo, en un coche, con aire acondicionado, viendo niños desnutridos, y he querido parar pero no ha podido ser. Luego, al cabo de cuatro días, empiezas a despreocuparte.

Me sorprende su sinceridad.
Si tuviéramos todos mayor conciencia, no nos gastaríamos el dinero en porquerías, sino en alimentar al que se muere de hambre.

¿Cómo se conquista a una mujer?
Aprendiendo de ella.

Pues ha aprendido usted un montón.

Yo no he estado con muchas mujeres, sino que he tenido muchos amores.
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